¿Cuántas veces nos hemos encontrado en situaciones límite, donde buscamos desesperadamente la mano del Padre?
A todos alguna vez nos ha tocado o nos tocará transitar situaciones límite en nuestras vidas. Circunstancias difíciles, un gran problema inesperado o situación que se nos va de las manos; un naufragio. Es en ese momento donde nos volcamos con todo nuestro ser a buscar una mano sobrenatural que nos cubra, que nos de seguridad. A veces la crisis que estamos viviendo nos genera tristeza, cuando por ejemplo, hemos perdido un ser muy amado. O quizás hemos perdido esperanzas de que un sueño o proyecto se realice y nos sentimos realmente tristes por esa pérdida. Quizás lo que sentimos es temor ya que nos encontramos frente a un futuro incierto, frente a un diagnóstico negativo, al mirar hacia el futuro sentimos una fuerte angustia porque creemos que no tendremos la capacidad ni las herramientas para enfrentar aquello que vendrá. Incluso podemos llegar a sentir ira en este momento de crisis, porque lo que estamos viviendo es injusto, no lo merecíamos y no sabemos porqué todo fue tan rápido y tan difícil, o por qué las cosas se dieron como se dieron y por qué nos tocó a nosotros.
En esos momentos buscamos un lugar donde apoyarnos, donde descansar, donde depositar nuestra confianza: buscamos un lugar seguro.
Y es esta palabra en la que quiero reparar: seguridad.
Y es que este concepto en realidad es una habitación de nuestro corazón que está vacía cuando nacemos en este plano natural; y si o si necesitamos llenar. La seguridad es un lugar en nuestra alma que busca ser pleno. A medida que vamos creciendo, y nos vamos adaptando a este mundo en cada etapa de nuestra vida, esta "necesidad de seguridad" está latente. Por lo tanto llegamos a la conclusión de que nacemos percibiéndonos inseguros, en riesgo.
La seguridad es un ambiente, es una habitación. Fue diseñada por el Creador para contener la provisión que Él nos brindaría en Su Hijo.
Pero cuando nos separamos de Él en aquel huerto del Edén, nuestro corazón perdió la presencia del creador y la percepción de seguridad: nos vimos desprovistos del Padre.
Por lo tanto, desde que nacemos hasta que morimos buscamos constantemente llenar ese vacío.
Esa habitación interna de nuestro corazón llamada "seguridad" administra la confianza. Cuando nos sentimos seguros, confiamos.
Esto nos sucede en varios aspectos de nuestras vidas, pero particularmente nos sucede con las relaciones interpersonales. La confianza que brindamos o privamos a los que nos rodean es algo que estamos administrando constantemente. Y eso es una dinámica totalmente natural en el corazón del hombre: todos lo hacemos así.
Entonces ya sabemos que la seguridad es un ambiente y la confianza es aquello que se administra en aquel lugar.
Los lugares donde hacemos nuestras fortalezas de seguridad pueden ser miles.
Algunos tienen su seguridad puesta en su trabajo o profesión, en su cargo o su experiencia laboral. Este se vuelve el lugar donde depositan toda su confianza y saben que su nombre y honor están seguros y guardados allí: nada malo les pasará.
Otros puede que tengan depositada su confianza en el dinero que ganan, ya que el dinero aparentemente "lo garantiza todo". Entonces mientras tengan dinero, mientras ganen bien; mientras su agenda gire en torno a producir más dinero, ellos estarán seguros.
Puede que haya quieres están seguros con lo que han construido con sus propias manos, o han adquirido con mucho sacrificio: "mi casa, mi auto", y hasta "mi familia". Otros quizás sientan seguridad en algún partido político, vean solución a través de algún presidente. Quizás otros tengan su confianza puesta en la medicina, mientras tomen tal o cual pastilla, suplemento, hagan dieta, practiquen tal deporte, entonces pueden estar seguros de que nada malo les pasará. Y la lista es larga... y hasta incluso, vamos, ¡no parece haber nada malo en todo esto!
Pero; ¿Qué sucede cuando aquel lugar donde habíamos construido nuestra seguridad, y donde habíamos depositado nuestra confianza, comienza a fallarnos? ¿Qué pasa cuando lo que nos garantizaba inversión y holgura económica nos roba; nos deja escasos? ¿Qué pasa cuando lo que nos garantizaba salud de repente nos enferma? ¿Qué pasa cuando el golpe que viene de afuera es tan pero tan fuerte que el piso tiembla y parece que nos derrumbamos? ¿Qué pasa cuando perdemos el trabajo? ¿Qué pasa cuando hay problemas en la familia? ¿Qué sucede frente a una situación crítica de pandemia mundial? ¿Cómo reaccionamos?
Pues este es el punto neurálgico a donde quiero llegar: ningún lugar nos va a garantizar seguridad verdadera, sólo las mismas manos de nuestro Creador, nuestro Hacedor.
La lista de ejemplos en donde podemos hacernos castillos de seguridad podría seguir y no nos alcanzarían los renglones para describirlos a todos. Tenemos miles de ofertas de seguridad y confianza que nos cobran la vida.
Pero hay un solo lugar donde accedemos por gracia y donde estamos totalmente seguros. Pero, ese lugar no nos garantiza no sufrir. Por el contrario, Jesús nos advierte en las escrituras en el mundo tendrán aflicciones, pero confíen. Yo vencí al mundo.
Pero, ¿de qué seguridad me estás hablando si me decís que voy a sufrir igual?
La invitación que nos hace Jesús es a la confianza. Vivimos en una cultura que propone la utopía de vivir sin dolor, esquivando el sufrimiento y proliferando la idea hueca de placer instantáneo, pleno y sin fin. Pero la realidad es que el sufrimiento es inevitable y nos toca atravesarlo en lo pequeño y en lo grande, a todos sin distinción; y en base a esto existen dos tipos de personas en este mundo: los que sufren sin propósito, y los que sufren con un propósito claro.
Vivir en las manos del Padre nos garantiza que no importa la situación que estemos atravesando, sea buena o mala, tenemos un objetivo. Lo importante es poner nuestra mirada en el gozo puesto por delante y atravesar el padecimiento enfocados en algo más grande; algo que nos trasciende: en JesúsCRISTO.
Estar en JesúsCRISTO y que Él esté en nosotros, es que tenemos en Él la garantía de la provisión. Eso significa tener todas las herramientas que necesitamos para vencer al mal, para vivir lo que nos toque enfrentar y sobre todo para vivir en justicia, en paz y en gozo en toda circunstancia. Él es el que provee todo lo que necesitamos para vivir.
Cuando llegan esos momentos límite a nuestras vidas, tenemos una oportunidad de mudarnos: desmontemos esa habitación de confianza que habíamos construido en otro lugar y que se nos derrumbó; y cambiemos la fuente de seguridad de nuestras vidas, depositando nuestra confianza en nuestro Creador, que no es un desconocido. Es nuestro Papá. Y nos ama. Y su deseo es que habitemos bajo Su sombra, cubiertos en Él y de esa manera accedamos a todas las riquezas que tenemos en lugares celestiales... en JesúsCRISTO.
Aún así; sus manos no son el diseño final. El Creador es nuestro Papá, y Él está buscando Hijos que se animen a amarlo con todo su ser e involucrarse en Su reino, en Sus negocios, en Sus asuntos. A los que se animan a buscar más que solamente sus manos y su provisión abundante y preciosa; para ellos está reservada la mejor parte: la intimida en el Amor, en la unidad con Él. Conocer Su corazón.
¿Estas pasando por una situación límite? ¿Querés saber más sobre ambientes de seguridad? ¿Querés conocer más al Creador como Papá? ¡Comunicante con nosotros y dejanos tu comentario!
Somos Hanameel, a quien Dios ha dado sobreabundantemente.
Elizabeth
Digo Amén a estas Palabras llenas de Espíritu y Vida!!
Silvina
Que acertadas estas palabras !!!!