Ago 9, 2021

¿Adoraremos al cuervo?

Dos historias. Una real, escritural, y otra imaginaria pero varias veces escuchada.

“Y Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: ¡Vive YHVH, Elohim de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá rocío ni lluvia en estos años, sino por mi palabra! Y la Palabra de YHVH vino a Elías: apártate de aquí, dirígete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Y sucederá que beberás del arroyo y Yo he mandado a los cuervos que te sustenten allí. Y fue e hizo conforme a la Palabra de YHVH, pues partió y vivió junto al arroyo de Querit que está frente al Jordán. Y los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana, y pan y carne al atardecer y bebía del arroyo.

1 Reyes 17:1-6

Voy a contarte la historia de un anciano de una congregación cristiana evangélica que vive en Argentina. El jubilado hermano, se despierta un día de semana bien temprano, como cualquier otro día. Simplemente pone la pava en el fuego y se sienta junto a la ventana a observar la mañana levantar y la gente pasar. A media mañana siente llegar y entrar por la puerta de atrás a la persona que lo cuida, sonríe. Sonríe porque sabe que le trae el diario y se va a poner a leer las noticias. Con sus pantuflas y su paso apacible, busca sus anteojos para leer; y cuando llega a la mesa del comedor se encuentra no solo con su diario y los anteojos junto a él; sino también con una gran caja cerrada. La caja está llena de mercadería: arroz, polenta, aceite, harina, arvejas. El jubilado mira a su cuidadora y le pregunta “¿Qué es esto que me trajiste, nena?” La mujer responde “Es el subsidio que te manda el gobierno, abuelo.




Tan contento se quedó el abuelo ese día, que expresó: “¡Hoy he sido bendecido!” Y al ver el contenido de la caja exclamó a viva voz: “¡Viva el gobierno!” (ponele el signo político que quieras).

Dos historias. Una real, escritural, y otra imaginaria pero varias veces escuchada. Aquellos que hemos vivido y participado de congregaciones evangélicas hemos escuchado muchas veces sermones, meditaciones, reflexiones, que nos animaban a creer una verdad que es firme y que es real “Dios es nuestro sustentador” “Dios es nuestro proveedor”. 

De hace unos años, ya entrada la democracia al país, se viene hablando de un concepto que va creciendo a medida que pasan las generaciones: “El Estado presente”, “el Estado paternalista” y junto con estos conceptos va creciendo la idea de que es el Estado el encargado de garantizar la justicia social donde cada habitante posea las mismas oportunidades y tenga al alcance todo recurso necesario para su pleno desarrollo. El Estado padre

Es interesante descubrir que la revelación más importante que Jesús trajo a la tierra, no es un concepto, sino es una poderosa verdad: Padre nuestro. No un Dios lejano, ajeno a la necesidad de Su pueblo, sino un Padre cercano. Lo vemos claramente en la historia de Elías. Debido a la idolatría del pueblo y de sus gobernantes, Dios había establecido un juicio, un juicio que afectaba la economía y la vida misma de toda la nación: sequía por dos años. Dos años sin cosechas, dos años sin recursos, dos años de hambre sobre toda la tierra. Pero como un Padre cercano, Elohim le dice al Profeta que se vaya a un lugar específico donde iba a tener todo lo necesario para su sustento: agua del arroyo, pan y carne. Y acá me quiero detener. Es llamativo la forma en que Dios lo hace. El había determinado unas aves específicas para que le trajeran al profeta pan y carne dos veces al día, y lo llamativo es el tipo de ave que Dios utiliza, cuervos. No utiliza un ángel, ni una paloma blanca como quizás nos hubiera gustado, utiliza un cuervo. Ave asociada hace siglos a todo lo oscuro, a todo lo oculto, a todo hechizo y brujería. 

Imaginemos por un momento al profeta después de recibir tan sobrenatural provisión exclamar, en vez de “¡Vive YHVH, Elohim de Israel, en cuya presencia estoy…” declarar “¡Viva, cuervos de Israel, en cuya presencia estoy”. Imaginemos al profeta apresurándose a escoger un trozo de madera o una linda piedrita para tallar la forma de un cuervo, para que cada vuelta del año (preferentemente un 7 de agosto) ir a darle presentes para garantizar su provisión durante todo el año. El que lee, entienda.

Soy de los que están convencidos de que los cuervos, no eran el diseño de Dios para sustentar a Su pueblo; sino que fue un medio, que no tuvo otra alternativa para usar. Recordá, los cuervos fueron necesarios porque había juicio sobre la tierra. Hoy todavía existen cuervos que llevan un poco de sustento a hijos que lo necesitan. ¿Por qué? ¿Es el diseño de Dios que haya un Estado paternalista?, ¿que haya un Estado presente?; ¿o no será el diseño de Dios que Su pueblo viva con un Padre presente? De boca lo llamamos Padre, pero cuando hay necesidad y viene el cuervo a traernos sustento, decimos “¡Viva el cuervo!”. Me resisto a imaginar a Elías votando por el cuervo. 

¿Cuál es el diseño? Te invito a leer los primeros capítulos del libro Hechos de los apóstoles, que sería mejor llamarlo “Hechos del Espíritu”. Ahí se encuentra plasmado con asombrosa nitidez cuál es el diseño. Dice que en aquellos años de la Iglesia primitiva, todos los que tenían posesiones las vendían, y traían a los apóstoles el dinero de esas ventas, dice que nadie consideraba suyo propio nada; y también dice que ese dinero se distribuía de tal forma, y escuchá esto, de tal forma “que no había ningún necesitado entre ellos”. Creo (y cuando digo creo es que sé, que sé, que sé) que el diseño que viene del cielo es que Su pueblo viva esta realidad, esta expresión de dar de tal forma que no haya en la Iglesia de Cristo ningún anciano, ninguna familia, ninguna niñez con necesidad. 


Y no se trata de cantidades; Él puede hacer más de lo que podemos imaginar con solamente cinco panes y dos peces. Se trata de fe, de fe que obra por el AMOR. 

Yo… no voy a adorar al cuervo. 


Granja Hanameel

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